Vivienda “El Capricho, Comillas, 1885.





Recuerdo que fue en un viaje, hace unos tres años, cuando fui con unos buenos amigos a visitar esta magnífica casa. En un recorrido que nos llevaba de Santander a Gijón paramos en este pequeño pueblo de unos 2500 habitantes para comer y ver la mencionada obra de Gaudí. Por aquel entonces apenas era conocedor de la obra de este fantástico Arquitecto pero ya al llegar nos sorprendió el tratamiento de la fachada como seña de identidad del artista. Hoy me sorprende aún más, si cabe, al conocer que es una de las 3 únicas obras que realizo fuera de Cataluña, junto con el palacio episcopal de Astorga y la casa Botines en León, pero la única con un claro carácter del estilo del Arquitecto.

 Gaudí recibió el encargo por parte de Máximo Díaz de Quijano de proyectar un chalet en Comillas (Cantabria). La vivienda recibe el apodo de “el capricho” debido a la transposición entre música (el cliente era un gran aficionado) y arquitectura de un término que se aplica en la música para designar piezas que no siguen las reglas y con variaciones de ritmo según un capricho personal. No se desplazó nunca a la obra ni llegó a conocer personalmente al cliente y fue un compañero suyo el que llevó a cabo las labores de dirección de obra.

La casa se idea como residencia de verano. La fachada está dividida en tres franjas: la más baja, con almohadillado pétreo, el nivel medio más ancho y de ladrillo claro con las piezas cerámicas vegetales, y en la cubierta, un juego de formas geométricas, con las chimeneas y las formas cilíndricas de la entrada principal en la que se sitúa el pórtico exento de piedra, rematado por la torre cilíndrica que tiene apariencia de minarete. Este torreón está revestido de cerámica verde. Sobre él aparece un templete formado por cuatro columnas de hierro de inspiración románica.

Siguiendo su interés por mimetizar arquitectura y naturaleza, Gaudí recubrió la fachada de pequeñas tiras de cerámica con relieves de hojas y girasoles, jugando con los colores verde y amarillo para crear un original efecto. Otra originalidad son las múltiples referencias a la música, como la estructura de las ventanas que al abrirse y cerrarse emiten un agradable sonido. Actualmente El Capricho se ha convertido en un restaurante propiedad de una empresa japonesa; este nuevo uso ha contribuido a la conservación de su interior.