En muchos casos no sabemos
lo que esconden nuestras calles y ciudades. Joyas arquitectónicas que no sabíamos
que existían y que, quizás, movido por la suerte, aparecen dejándonos ahora
boquiabiertos. Imponentes obras de arte en las que si actuan Arquitectos de la talla de Rafael Moneo no se puede esperar nada menor que esto.
Es el caso de este teatro
romano en Cartagena, ciudad en la que durante la edad media la dominación
romana supuso la sustitución de la cultura íbera por la latina y la fundación
de la ciudad estratégica de Carthago Nova, capital de la provincia
Cartaginensis. Por ello, hoy nos deja como legado estas construcciones.
“El hallazgo del Teatro
Romano de Cartagena en estos últimos años ha dejado al descubierto un monumento
excepcional, que hace difícil entender, dadas sus dimensiones, como permaneció
oculto durante siglos. La utilización de un sector de la escena como mercado en
la época romana y la superposición parcial de Santa María la Vieja sobre la
parte superior del Teatro ponen de manifiesto la compleja concatenación de
construcciones de muy diversas épocas que han convertido esta zona de la ciudad
en un auténtico libro de historia.
La riqueza de las piezas
halladas durante las campañas de excavación plantea la oportunidad de dotar a
la ciudad de un Museo del Teatro Romano que, concebido como un conjunto de
espacios visitables, incorpora el Palacio de Riquelme, comenzado a mediados del
siglo XVIII, y la iglesia de Santa María la Vieja, convirtiendo el teatro en la
última y más notable pieza del mismo. Además como complemento de los trabajos
encaminados a la integración del hallazgo en la trama urbana, se plantea el
Parque de Cornisa.
El proyecto se incorpora y
enlaza edificios construidos y vacíos hoy existentes en la ciudad, creando un
recorrido museístico que salva la notable diferencia de cota existente entre el
puerto y el teatro. El museo, por tanto, se plantea como itinerario desde el
mar a las cotas altas, culminando la visita con la inesperada aparición del
imponente espacio que hoy se adivina en las caveas ya excavadas. Esa promenade
discurre a través de espacios expositivos iluminados por un complejo sistema de
8 lucernarios.
En su desarrollo se ha dispuesto una serie de medios mecánicos de elevación,
tanto escaleras como ascensores, que sirven de marco a la presentación de las
piezas encontradas en las campañas de excavación.
El museo se
desarrolla en dos edificios independientes, unidos entre sí por un corredor
dispuesto bajo la calle: el primero, que incorpora las crujías aún en pie del
Palacio de Riquelme, se organiza en torno a un patio. El segundo edificio,
enclavado entre las medianeras de la calle, alberga las salas de exposición así
como los medios de elevación hasta la cota de acceso al corredor bajo Santa
María la Vieja (+17,01m), que conduce a los visitantes hasta el teatro.
El
recorrido museístico se continúa dentro del teatro por los pasillos de las caveas
y por las escaleras radiales para acabar finalmente en el Parque de Cornisa
donde se obtiene una magnifica vista del mar.”
FUENTE: Lorenzo Tomas Gabarrón