La “casa de la cascada”, es considerada como
la casa más importante del siglo XX. con ella cerramos este ciclo de presentaciones de los grandes maestros de la arquitectura contemporanea y una de sus obras de relevancia.
Fue edificada entre 1935 y 1939, y surgió
como residencia de fin de semana para Edgar Kaufmann, un adinerado propietario
de centros comerciales de Pittsburg. El señor Kaufmann había conocido a Wright
en 1934 en Taliesin, cuando visitaba a su hijo Edgar Junior, miembro de la
escuela-taller Taliesin, poco después encargó a Wright la concepción de este
proyecto. Algunas semanas más tarde llamó a Wright para saber cómo iba el
proyecto, este, a pesar de que no había hecho ni tan solo un esbozo le
respondió: “su casa está terminada”. En tanto que Kaufmann se subía a su coche
para recorrer las 140 millas que separaban su casa de Taliesin Wright dibujó
mentalmente las tres líneas básicas del proyecto y empezó a trazar el boceto de
un edificio de tres plantas con líneas serenas y concentradas, mientras
explicaba la idea a un grupo de alumnos que lo observaban fascinados. Dos horas
más tarde, el proyecto estaba listo y encargó a dos de sus aprendices que
dibujasen los alzados mientras el recibía al recién llegado cliente.
Fallingwater se edificó sobre una pequeña
cascada en un angosto valle situado en medio de las montañas en el sur de
Pensilvania. El señor Kaufmann quería situarla más arriba pero Wright le
convenció de situarla sobre la cascada que tanto gustaba al dueño.
La principal obsesión de Wright en este
proyecto era la fusión del hombre y la naturaleza. Para conseguir su objetivo
no escatimó medios, ni imaginativos ni tecnológicos. Así, la casa parece surgir
directamente de las rocas que bordean el arroyo; sus terrazas evocan los
grandes bloques de piedra caídos al pie de la cascada; y texturas y colores
reproducen los de la piedra y vegetación del lugar.
EL conjunto gira en torno a un poderoso
núcleo de piedra que alberga las chimeneas y las escaleras en la parte
posterior del terreno. De este elemento surgen dos bandejas horizontales
superpuestas, con terrazas delimitadas por parapetos bajos. De ellas, la inferior,
colocada en paralelo a la corriente, contiene el gran salón y vuela sobre la
propia cascada, apoyándose para ello en tres muros transversales prácticamente
invisibles desde el exterior. La segunda bandeja, perpendicular a la primera,
sobresale aún más, ofreciendo a quien se asoma a ella la sensación de estar
flotando en medio del bosque.
Los verticales o muros de carga se
construyeron con arenisca gris no revocada y los horizontales con hormigón
revestido, pintado, en un cálido tono ocre. En la planta baja de la casa se
encuentran el amplio salón y la cocina, en el primer piso, dos dormitorios y
una pequeña habitación de invitados, y en el piso superior, las estancias del
hijo de la familia. Cada una de las plantas retrocede un poco, de modo que las
terrazas constituyen, formando bancales, las cubiertas de las habitaciones que
se hallan situadas en el piso inferior.
La casa se eleva por encima de la cascada,
que no es visible desde el interior de la casa. No obstante una escalera lleva
directamente desde el gran salón de la planta baja hasta el arroyo situado más
abajo. Fallingwater está constituida a partir de rectángulos. En el salón, los
distintos espacios de la vivienda están ubicado en zonas diferenciadas: una
biblioteca, una zona comedor junto a la cocina, asientos al lado de la chimenea
abierta y otra zona con butacas entre las dos terrazas. En el interior de la
casa las paredes son de piedra natural, los techos están enlucidos y el piso
está cubierto con brillantes piedras pulidas. Únicamente sobresale del suelo,
ante la chimenea abierta, una gran piedra rocosa virgen.
El cálculo y la realización de los enormes
voladizos fue una fuente de problemas: los ingenieros aseguraron que no podría
sostenerse y los obreros se negaban a quitar los andamiajes.
A causa
de la ausencia de ornamentación, la planta baja abierta y los horizontales de
hormigón recuerda a las construcciones del Estilo Internacional. Sin embargo
los balcones están redondeados y se ha adaptado íntegramente a la naturaleza
(algo que no ocurría con las obras de Mies y Le Corbusier que veremos más
adelante).
FUENTE: Lorenzo Tomas Gabarrón